Nubes en la cabeza, Elena Val. ¿Por qué mi abuelo se olvidó de mi?.
Nubes en la cabeza. Akialbum
Siempre estuve muy unida a mis abuelos maternos, en parte me crié con ellos y para mí han sido muy importantes.
Es curioso, como después de pasar mi infancia con ellos, aprendiendo mil y una trastadas con mi abuelo, jugando con él a cualquier cosa, paseando por el campo, escuchando sus batallitas… Y el último recuerdo que tengo grabado en la memoria es del día que dejó de reconocerme.
Duele mucho, pero sabes que no es algo intencionado y no puedes hacer nada. No sirve que le repitas mil veces quien eres o que le digas que eres su nieta, su mente no lo recuerda.
Ese día llamé por teléfono y me atendió él. Le llamé «abuelo», traté de hablar con él, pensé que me estaba bromeando pero me respondió «señorita tengo que colgar porque no la conozco». Y sí, me colgó.
Ya estaba muy pachucho y yo vivo en otra ciudad, no hubo tiempo de volver a verlo después de eso, al poquito falleció.
Mi abuela aún vive y por suerte tiene buena cabeza, aunque oye bastante mal.
La demencia, como el alzheimer no avisa, no es algo que puedas prever, evitar o ver venir y tampoco se puede saber a quien va a afectar.
Dicen que no tenemos los pies en el suelo. Dicen que yo tengo la cabeza en las nubes y que la abuela tiene nubes en la cabeza.
Nubes en la cabeza, Elena Val.
Ficha técnica.
Título: Nubes en la cabeza
Textos e ilustraciones: Elena Val
Editorial: Akiara Books.
Temática: vejez, demencia.
ISBN: 978-84-17440-58-9
Detalles: 48 págs, 28 x 24 cm
Nubes en la cabeza.
Y precisamente sobre esto trata la lectura de hoy. Nubes en la cabeza de Elena Val y editado por Akiara Books.
Un álbum que con suma delicadeza y todo el respeto, nos habla de la vejez, el alzheimer y la demencia.
¿Cómo explicarle a un niño que su abuelo ya no la recuerda?.
En este libro los protagonistas son un niño y su abuela que nos muestran la similitud entre ambos cuando dejan volar su cabeza más allá de la imaginación. Una bonita comparación para explicar a un niño qué es lo que le pasa a la abuela (o al abuelo) cuando olvida las cosas, la calle donde vive o a sus seres queridos.
Los dos tienen un amigo imaginario, el del niño es más simpático y amistoso pero el de la abuela es gris, es molesto, y pesa mucho. Es una carga que la abuela lleva siempre encima, como una nube tóxica o tener una tormenta siempre encima hasta que a veces la deja en paz, y entra el aire fresco.
El inquilino, como lo llaman en el libro, se empeña en arrastrarlos a ninguna parte hasta el punto de llegar a perderse.
Confusión y fantasía unidas y a la vez separadas, fácilmente reconocibles en las ilustraciones por la ausencia de color en la mente de la abuela, confusa, distraída y a veces perdida.
Cabe destacar la conexión entre ambos personajes en ese momento de sus vidas en el que tienen en común sus nubes en la cabeza: el mundo fantasioso e imaginativo de los niños y el mundo confuso de las personas con demencia.
Es muy duro tener a un familiar con alzheimer o demencia, porque quisieras poder hacer algo, pero no puedes. Es un error tratar de luchar contra ello e insistir en que la persona que lo sufre recuerde. En una situación de ese tipo solo podemos acompañar con cariño y sobrellevar los días malos disfrutando hasta el último segundo de los días buenos.
Un día recordarán, otro no, estarán sumergidos en su mundo fantasioso o a veces tendrán momentos de lucidez pero ellos no son consientes por lo que es inútil que perdamos un valioso tiempo tratando de hacerles «entrar en razón». Lo que toca en esos momentos es que nosotros seamos su memoria.
A base de cariño, compañía, recuerdos, fotos etc podemos mostrarles todo lo que van olvidando y que recuerden siempre lo más importante: cuanto los queremos.
Hay que evitar infantilizar al que lo padece, no es como un niño pequeño que no tiene memoria, es un adulto que ha vivido mucho, que tiene una gran experiencia a sus espaldas y mil historias vividas, solo que no se acuerda.
Siempre debe haber respeto en la forma de dirigirnos y tratarlos y mucha paciencia.
Quizás si les damos pistas o les explicamos tranquilamente quienes somos o un hecho que olvidaron, acaben recordando. Solo necesitan más tiempo.
Recordad que los niños no por ser niños son ajenos a lo que ocurre, y a veces ignoramos que son capaces de afrontar las cosas incluso mejor que nosotros.
Soy partidaria de tratar estos temas delicados con naturalidad pero de forma lo más real posible, para no engañarlos ni edulcorar u ocultar nada pero con palabras que puedan comprender y ejemplos muy sencillos.
Sobre la autora:
Elena Val quería ser muchas cosas de pequeña, y en cierto modo logró hacer varias hasta llegar a Bellas Artes y convertirse en ilustradora.
Le fascina el mundo de los sueños y dibujar a personajes perdidos y distraídos, motivos por los cuales seguramente le interesó tanto este proyecto.
Muchas gracias Mónica por esta revela tan bonita
Mil gracias a ti Elena. Es un placer que hayas pasado por aquí y que te hayas tomado la molestia de dejarme un comentario 😉