¿Qué hay detrás de las mentiras de los niños?.
La gran aventura. Ed.Picarona
Todos decimos mentiras alguna vez y el que diga que no, miente. Pueden ser mentiras gordas, piadosas, hacia uno mismo, o incluso del tipo «exageración y/o rumor» que es otro tipo de mentira.
Las mentiras de los niños pasan por distintas etapas, suelen ser muy inocentes pero no por ello debemos dejarlas pasar siempre para que no acabe siendo una costumbre y se conviertan en mentiras que hacen daño.
Las mentiras son parte del desarrollo y una forma más de socializar y conocer cómo funciona el mundo.
Hay que saber diferenciar las mentiras inocentes de los intentos por manipularnos o manipular a otros y actuar como creamos conveniente.
Las mentiras de los niños, por edades.
Hasta los 4-5 años los niños viven en un mundo de fantasía donde todo es posible, y nosotros la alimentamos con historias de duendes y hadas, los reyes magos, el ratoncito Pérez etc.
Es la edad en la que menos importancia tienen esas mentiras porque además no son conscientes de ellas y no son dañinas.
Entre los 4 y los 7 años comienzan a diferenciar lo que está bien y lo que está mal en base a las normas en casa, la educación recibida y lo aprendido en la escuela.
Comienzan las mentiras intencionadas para librarse de una regañina, para presumir ante los amigos o por llamar la atención.
En esta etapa es donde sin dar demasiada importancia si los niños son aún muy fantasiosos, debemos ir cortando las mentiras que creamos que no tienen nada que ver con sus juegos y fantasías.
Por ejemplo cuando mienten para culpar a otro niño de algo que ellos hicieron, se les debe explicar que eso está muy mal y que hay que hacerse responsables en lugar de echar balones fuera.
Cuando mienten sobre algo que los pone en riesgo, como por ejemplo algo que hayan podido comer o beber sin saberlo nosotros, si han estado jugando en algún lugar peligroso, si han hablado con desconocidos… pequeñas mentirijillas que usan para tapar esas situaciones creyendo que si dicen la verdad se les va a reñir.
Entre los 8 y los 12 las mentiras se vuelven más complicadas, más aún si anteriormente nunca se cortaron. La mayor parte de las mentiras en esta edad son dichas para evitar castigos o para impresionar a los amigos.
Lo malo es que si seguimos sin hacer nada, se harán más grandes, comenzarán a mentirnos a nosotros, a sus profesores, y una mentira les llevará a otra y no sabrán como ni cuando parar.
¿Cómo actuar con las mentiras?
En la primera etapa, la de la magia y la fantasía es inútil hablar con ellos, explicarles lo que es cierto y lo que no o tratar de que no mientan. Ellos viven continuamente en su mundo y su cerebro está en pleno desarrollo creativo.
No es grave que nos cuenten que un dinosaurio es su amigo o que un pajarito le ha dicho que mañana irán a Japón juntos.
De 4 a 8 años comienzan las mentiras interesadas, y ahí es donde debemos diferenciar las mentiras inocentes o que son parte del juego, de las mentiras con el fin de manipular a los adultos o a otros niños.
Si con esa edad les permitimos acusar siempre a otros cuando hay trastadas, nunca aprenderán a responsabilizarse de sus actos.
Si dejamos que nos mientan a nosotros porque no lo consideramos grave, estaremos alimentando que piensen que no pasa nada por mentir a sus padres.
Cuando las mentiras son del tipo «mis padres me van a comprar una bici mejor que la tuya», o «Yo tengo en casa un castillo pero no lo puedes ver» puede parecer algo inocente, tan solo un intento de fanfarronear con sus amigos pero acabará llevándoles a cargar con la etiqueta de «mentiroso» entre ellos.
A veces las mentiras son usadas para evadirse de sentimientos y emociones que los frustran en lugar de sacarlo fuera.
No cortar todas las mentiras les crea confusión porque no sabrán diferenciar cuando pueden mentir y cuando no, dando por hecho que en algunas ocasiones lo pueden hacer.
por eso se deben de cortar, pero según cada mentira y cada situación, debemos actuar del modo apropiado.
Conviene saber que muchas de las mentiras a estas edades están relacionadas con la necesidad de llamar la atención, buscar cariño y afecto o sentirse importante. Si en algún momento notamos que está sucediendo eso con nuestros hijos lo más prudente es hablar con ellos para averiguar lo que les sucede y prestarles la atención que piden.
Entre los 8 y 12 años o más es la etapa en la que no se deben permitir mentiras de ningún tipo, a excepción de las piadosas si lo creéis conveniente.
Por otra parte si nuestra actitud frente a las mentiras es la del dialogo, la comprensión, escuchar los motivos que los llevaron a mentir, hablar sobre lo que les inquieta o sobre la mentira en sí y tratar el tema con tranquilidad sin gritos, humillaciones ni reproches, conseguiremos que no necesiten recurrir a la mentira y que no se rompa la confianza.
La única mentira que permitimos en casa es la piadosa. Una vez explicado al niño en que consiste varias veces, cuando ya la ha entendido la usa para poner feliz a la gente.
Por ejemplo cuando alguna vecina le regala algo que no le gusta, yo siempre le pido que le de las gracias y le diga que le encanta, porque no tiene sentido poner a esa persona triste por una tontería.
Es complicado al principio pero con ejemplos, enseguida entenderán de que trata la mentira piadosa.
Con esas edades las pequeñas mentiras que nos cuenten no solo pueden culpar a otros o evitar responsabilidades, también pueden ponerlos en peligro y las mentiras se pueden volver compulsivas.
Recordad siempre que somos su mayor ejemplo y si nosotros decimos mentiras, ellos harán lo mismo. Siempre hay que evitar hacer lo que no queremos que ellos hagan.
La gran aventura. François Roussel.
Y todo esto viene a raíz de un libro que escogí para el peque y que trata precisamente de las mentiras.
La gran aventura narra la historia de una abeja a la que pillan holgazaneando y para evitar una buena bronca comienza a inventar una historia a la que va añadiendo más y más mentiras hasta que ya no puede parar.
Para desgracia suya, su mamá no le cree ni una palabra y le hace ver que no está contenta con esa forma de escabullir sus actos y la falta de confianza que ha tenido con ella al no decirle la verdad.
Finalmente la abejita confiesa la simple verdad: se quedó dormida porque las flores son muy suavecitas y huelen bien.
Su madre debe de pensar lo mismo porque se tumba con ella y ambas holgazanean juntas.
Y es que a veces, no hay nada como decir la verdad.
La pequeña abeja tendría que estar cosechando el polen de las flores. Pero es una tarea tan dura… Y las margaritas son tan mulliditas, ¡y huelen tan bien! Sería una lástima no disfrutar un poco de ellas. Sin embargo, cuando su mamá la descubra echando una siesta, la pequeña abeja inventará una complicada historia para justificarse. ¿Realmente era necesario?
Ficha técnica.
Título: La gran aventura
Autor: François Roussel
Editorial: Picarona.
Temática: mentiras.
ISBN: 978-84-9145-362-8
Detalles: 40 págs, 19 x 22 cm
Sobre los autores:
François Roussel es diplomado en Bellas Artes y ha trabajado en diferentes áreas de la ilustración. Con la editorial Picarona tiene publicado «El gran día«.
David Aliaga se ha encargado de la traducción.