Rabietas y enfados: Te como a besos. 3 actividades para trabajar los enfados.
La rabia y los enfados en los niños son tan temidos como inesperados. Realmente no sabemos la mayoría de las veces cuando van a suceder ni el porqué. A veces tal y como vienen se van en cuestión de segundos pero otras veces permanecen y los niños pueden sentirse confundidos sin saber que hacer y esa ira o ese enfado no gestionado les puede llevar a tener una actitud negativa y agresiva.
Para mí son muy útiles los álbumes infantiles sobre emociones porque les ayudan a empatizar y sentirse identificados con los personajes. Con ellos los adultos podemos ayudarlos a identificar sus propias emociones, leyendo juntos los cuentos y haciendo preguntas después para ayudarles a pensar sobre lo que hemos leído: ¿Qué le pasó al personaje?, ¿Por qué estaba enfadado?, ¿Crees que estar enfadado es bueno?, ¿Al estar enfadado la gente se quedaba con él o se alejaba?.
Son muchas y muy diversas las preguntas que podemos hacer para llegar al problema y darles una solución.
Hoy os hablo de Te como a besos de NubeOcho, uno de esos álbumes que nos pueden servir para entender y saber cómo actuar cuando las rabietas y enfados aparecen en los niños.
Peludo es un monstruo muy grande.
Peludo siempre está enfadado.
Peludo está muy solo.
¿Tendrá que ver con su mal humor?
Ficha técnica.
Título: Te como a besos
Textos: Laure du Faÿ
Ilustraciones: Carmen Gil
Editorial: NubeOcho.
Temática: rabietas, enfados, mal humor.
ISBN: 978-84-17673-32-1
Detalles: 40 págs, 23 x 30 cm
Te como a besos.
¿Habéis oído hablar del monstruo Peludo?.
Es grande, muy grande, y muy peludo. Se enfada mucho y entonces se le pone el pelo de punta y ruge fuerte: ¡GRRRR!
En cambio sus vecinos los rapónchigos son muy, muy pequeños, cariñosos y alegres.
A los rapónchigos les da miedo Peludo y cuanto más ruge él, más se alejan ellos.
¡Ay, que me come, que me come! suelen gritar los rapónchigos cuando huyen de él.
Peludo se enfada cuando algo no le sale como quiere, cuando no tiene lo que desea, cuando algo no se le da bien o simplemente cuando se le acercan. Su humor es muy cambiante y caprichoso.
Entonces un día, uno de los rapónchigos no huyó. Peludo estaba enfadado y rugía sin parar, pero el pequeño rapónchigo naranja se quedó ahí plantado con su sonrisa mirándole fijamente y le dijo: Me caes bien.
¿Y ahora?. ¿Se comería Peludo al pequeño rapónchigo?. ¿Qué haría con él?.
Ya conocemos en casa a las autoras, Laure du Fay y Carmen Gil. Un libro que me gusta mucho de du fay es «¡Eso no es normal!» donde nos hablan de diversidad en una metáfora con animales como protagonistas.
A Carmen la conocimos a raíz de una colección de cuentos preciosos que se llama «10 cuentos para…».
La historia que han creado no es nueva en cuanto a que usa un tema muy común como las rabietas y enfados para generar el hilo conductor y además nos dan un desenlace que puede sernos útil para trabajar rabietas.
Pero aunque no sea nueva, es sin duda enternecedora y con personalidad propia.
Me encanta que el monstruo no sea tan monstruo en los cuentos, que menuda mala fama llevan siempre. Nos indica eso de no juzgar a nadie por su aspecto, y que por más fieros que parezcan, puede que nos equivoquemos.
El rapónchigo naranja nos muestra lo que es la empatía y el valor de la amistad, al decidir quedarse para entender al monstruo y sus enfados. Tal vez sea también una llamada de atención a nosotros los padres que nos dice: Eh, los niños tienen rabietas, pero en ese momento necesitan que no les dejemos solos.
Alguna vez he comentado que cuando mi peque tiene un enfado, siempre me he quedado cerca, sin hablar ni decir nada hasta que él ha querido, pero a su lado.
Por otro lado los enfados de Peludo también los podemos usar para reflexionar con los peques acerca de ello. ¿Se enfada demasiado Peludo?, ¿Cres que se enfada por cosas importantes?, ¿Es bueno enfadarse por todo?.
Tenemos una herramienta doble, para mostrarles en forma de cuento lo absurdo que es enfadarse por todo, además de que no ganan nada con ello, y al mismo tiempo nosotros vemos una forma de gestionar sus enfados.
La ira nos aleja de la gente.
El enfado, la ira, la rabia y la frustración hacen daño a quien lo padece y a quienes lo rodean.
Aquí es donde entra la capacidad del niño de entender y reconocer sus propias emociones para saber gestionarlas. No se trata de reprimirlas, se trata de saber adelantarse a sus consecuencias para tener el control.
Técnicas para trabajar la rabia con los niños.
1.
Enséñales desde muy pequeños a reconocer, entender y gestionar sus emociones. Jamás les hagas reprimirlas o controlarlas.
Para ello primero tenemos que enseñarles a identificarlas y ponerles nombre: Esto que sientes es tristeza, ahora mismo estás enfadado.
Después tienen que saber que las ha provocado y que causan dicha emoción. «Me enfadé porque se me rompió un juguete», «Al enfadarme pegué a mi hermanita y me sentí malhumorado».
Deben saber identificar esa emoción negativa como útil o inútil. Por ejemplo sentir miedo puede ser útil si nos hace huir de un peligro pero sentir un enfado no es nada útil.
Finalmente se gestiona esa emoción tratando de regular el sentimiento que nos provoca, viendo lo que nos está pasando y lo que estamos provocando.
2.
Podemos crear una silla de los abrazos, mesa de la paz, bote de la calma o similar.
La silla de los abrazos o mesa de la paz es totalmente contraria al rincón de pensar.

Se trata de proporcionar a los niños un lugar donde ir voluntariamente, y acompañado si lo desea, cada vez que sienta un enfado, rabia, ira o frustración.
En la mesa podemos simplemente sentarnos sin hablar, leer un cuento, mirarnos, o tan solo pensar y calmarnos.
Cuando el niño quiera hablar, hablaremos, y si pide un abrazo se lo daremos.
Se trata de que tenga un sitio donde sentirse seguro y tranquilo sin reproches ni gritos, donde pueda hablar de lo sucedido cuando se sienta preparado, y donde podamos ayudarle con su problema.
3.
Risoterapia. Usemos globos para que nuestros problemas vuelen.
Hace poco asistí a una clase de risoterapia. Una de las actividades consistía en meter dentro de un globo nuestro problema o enfado. El problema lo metemos mentalmente en el globo mientras se infla.
Después cogíamos ese globo y lo hacíamos saltar por los aires dándole con los pies, las manos, los codos y la cabeza.
Tras un rato de ejerceicio en el que te ibas olvidando del problema, lo teniamos que explotar y el problema se evaporaba.
Es una técnica muy sencilla de usar con niños.
Y sobre todo lo de siempre: dosis extra de paciencia.
Sé que las rabietas no son agradables ni deseadas pero no ganamos nada poniéndonos mal, enfadándonos o tratando de que se acabe porquélodigoyo.
Hay que tener paciencia, dejar que suelten lo que llevan dentro, no dejarlos solos pero tampoco agarrarlos o contenerlos hasta que ellos mismos lo pidan.
Cuando vean que no te vas a ir y se vayan calmando, es el momento de acercarse, hablar con ellos sobre lo que ha originado el enfado y poner en práctica alguna de las actividades propuestas.