Por fin podremos hablar con los animales gracias a «El Zoohablador».
Mi pequeño es una especie de George de la Jungla o un Owen Grady, se cree que tiene el poder de controlar a los animales, entenderlos y que le entiendan, y capaz de domesticar incluso a los más salvajes.
Tal es su confianza en ese arte que tenemos que tener cuidado con las víboras del pueblo porque se lanza a por ellas para convertirlas en sus amigas.
Por eso El Zoohablador de Picarona es perfecto para él, o quizás sea mi perdición como consiga comunicarse con todos los bichos.
¡No más malentendidos con tus animales! Gracias al zoohablador, la maravillosa máquina para hablar con los animales, finalmente vas a poder preguntarle a tu perro qué piensa cuando no te devuelve el palo…, y a tu gato qué programa mira en la puerta de la lavadora.
¡Pero tampoco las gallinas, los osos, las ovejas ni las cucarachas tendrán ya secretos para ti! Por primera vez, un libro completo y exhaustivo sobre la historia y los modelos de la extraordinaria máquina que cambió el mundo.
Ficha técnica.
Título: El zoohablador
Texto: Sergio Olivotti
Ilustraciones: Sergio Olivotti
Editorial: Picarona.
ISBN: 978-84-9145-267-6
Detalles: 80 págs, 150 x 210 cm
El gran invento.
Hace tiempo que se sabía de la existencia del Zoohablador, maravilloso invento de Pico de Articiocus y que hasta ahora se creía que jamás podrían reconstruir.
Hasta que apareció el codex encontrado por el profesor Beland y que permitió hacerlo.
Articiocco, exitoso pintador de jirafas creció en Egipto y es conocedor de un sinfín de distintas lenguas que domina con soltura.
Por ello es que llegó a inventar el famoso zoohablador.*
*Llámese zoohablador a todo dispositivo apto para traducir bidireccionalmente de una lengua humana a una animal y viceversa.
Articiocco dedicó su vida a la comunicación aprendiendo lenguas y a la invención. Le encantaba desde niño hacer experimentos y construir diversos artilugios novedosos como el paragotas de los cucuruchos de helado o los paraguas para cigarros.
El caso es que nuestro inventor se fijó un día en Toni, el gato de su abuela, y en que parecía querer decirle algo. Así que a raíz de su intriga con el lenguaje del gato, nació el zoohablador, un invento que el mundo necesitaba.
El resto del libro nos resume los primeros intentos de Articiocco por hacer que el zoohablador funcionase correctamente y los logros obtenidos.
Se descubrió así que no todos los animales tienen igual carácter según la raza (ni todos los gatos son vagos ni todos los perros gruñen).
Se comenzó a pedir responsabilidades a los animales por destrozos ocasionados en casa o en el mobiliario urbano y los animales comenzaron también a exigir sus derechos.
Pero no todos los animales estaban contentos con el invento, el gato John no lo quería, se negaba a usarlo y quería volver a lo tradicional. A la comunicación de siempre.
Conoceremos de qué hablan los perros y los gatos, sus temas más comunes y sus preocupaciones. También hay un breve estudio sobre las conversaciones de otros animales, todos tienen algo que decir.
Hay muchos tipos de zoohabladores hoy en día, y los reconocerás cuando llegues al final del libro. Pero… ¿querrás seguir usándolos cuando lo hayas leído?, quizás hagamos como el gato John y reneguemos de ellos para volver a comunicarnos como antaño, sin la ayuda de ningún artefacto.
La invención que cambió la historia.
Está claro que la invención del zoohablador cambió la historia, ¿pero fue para mejor?. Quizás eran mejores las comunicaciones de antes, sin necesidad de usar ningún invento, tan solo con la palabra.
Mi pequeño por ejemplo, es todo un zoohablador sin necesidad de aparatos, él mismo se entiende divinamente con los animales y en especial con nuestro gato.
Yo no lo consigo, por más que le digo que deje en paz a las cortinas, no debo de hablar su mismo idioma.
Sergio Olivotti es diseñador e ilustrador, creador de esta obra, El zoohablador. Quizás también tenga un gato que odia sus cortinas y eso le llevó a escribirlo, quien sabe.
El caso es que el libro es divertido, tiene mucho humor, la historia engancha y al final nos deja con una pequeña lección para el que la quiera ver.
Los diálogos son chispeantes y las ilustraciones magníficamente detalladas. La lectura se hace muy amena porque tiene la justa mezcla de ambas. Está indicado a partir de 5-6 años y yo añadiría que a partir de los 7 ya lo van a disfrutar a tope porque lo pueden leer ellos solos sin problema.
Recordemos que son 80 págs y no es un álbum ilustrado, por lo que para 5 años es aún muy grande y tendremos que leérselo nosotros (cosa que recomiendo, leer en familia).