La maceta encantada, de Gemma Camblor y Esther Gili. Ed.Astronave
La maceta encantada es el segundo trabajo de Gemma Camblor y Esther Gili juntas tras su éxito El legado de Catherine Elliot.
En esta ocasión nos presentan un álbum (magníficamente) ilustrado para niñas y niños de 3 años en adelante aunque os va a gustar igual a los adultos, os lo aseguro.
La editorial Astronave ha sido la encargada de dar vida a este nuevo proyecto y lo ha hecho maravillosamente bien con una encuadernación elegante y bien cuidada.
En la maceta encantada hay naturaleza, mucha naturaleza. Y hay magia, mucha magia.
Nos habla de las tardes de verano, los lazos familiares, el valor de la amistad, del esfuerzo y de la recompensa al trabajo.
Nara y Lucas siempre veranean en casa de su tía Celia: van al río; la ayudan a hacer mermelada y escuchan emocionados las historias que cuenta sobre los bostildos, unos seres mágicos que viven en el Gran Bosque.
Sin embargo, una plaga de insectos acaba con la cosecha de la tía y se quedan sin mermeladas para vender. En busca de una solución, Nara y Lucas se adentran en el bosque con la esperanza de encontrar a un bostildo que les ayude…
Ficha técnica.
Título: La maceta encantada
Autora: Gemma Camblor
Ilustradora: Esther Gili
Editorial: Astronave.
ISBN: 978-84-679-3550-9
Detalles: 32 págs, 23 x 29 cm
La maceta encantada.
Nara y Lucas veranean cada año en la casa de su tía Celia situada al pie de las montañas de los Picos Altos. Es algo que les encanta y que esperan con ganas.
La tía Celia tiene una bonita casa con un gran huerto y al lado un bosque en el que según les cuenta ella, viven criaturas mágicas. ¿Qué niño podría resistirse?.
Allí pasan los días corriendo, jugando, riendo y descubriendo todo lo que les rodea. Pero también ayudan en ocasiones a su tía con sus plantas y su cosecha de frutas. Además mientras lo hacen ella les cuenta las historias de las criaturas que habitan en el bosque mágico.
Al final del verano, la tía hace mermeladas con esas frutas y la vende en la feria.
Volviendo al presente, este año la cosa no está para muchas bromas y juegos. Una plaga de insectos ha destruido casi todo y no alcanza para vender los suficientes tarros de mermelada.
La tía está preocupada porque quizás tenga incluso que vender la casa.
Los niños deciden entonces buscar un bostildo, un duende de los que habitan en el bosque y que tiene que regalar un objeto mágico a quien lo encuentre.
¡Y vaya si lo encuentran!, su tía tenía razón en cuanto a su existencia.
Los niños le piden al bostildo algo para salvar la casa de su tía Celia y el ser mágico acuerda dejarles el objeto esa noche en el invernadero… ¿qué sería?.
El objeto resultó ser una maceta rota y vieja llena de tierra… lo que dejó a los niños confusos ante ella, sin saber en qué podría ayudarles.
Salieron de allí tristes y extrañados, olvidando Nara uno de sus libros sobre la mesa.
A la mañana siguiente, la misteriosa maceta había crecido y sus frutos eran libros como el que Nara se había dejado la noche anterior.
¡La maceta hacía crecer y germinar cualquier cosa!
Salvo que… no debía ser la cosa correcta porque los libros tenían las letras del revés y no se podían leer.
Así que intentaron plantar diferentes objetos hasta dar con uno que les sirviera para su propósito.
¿Plantar dinero quizás?, ¿juguetes, paraguas? Todo salía mal.
¿Darían por fin con la solución y salvarían la casa de su tía?.
Un álbum lleno de magia y naturaleza.
Desde que recibí el libro y pude ver el kit de prensa supe que estaba ante un libro mágico y especial. Venía incluido un pequeño sobrecito que contenía tierra compactada y semillas para hacer germinar fresátano y una lámina de la ilustración favorita de Esther. Me pudo la curiosidad e inmediatamente las planté pero lamento decir que soy un desastre con las plantas y no logré que crecieran.
He tardado en sacar esta reseña porque estaba convencida de que saldría algo de ahí y quería contároslo pero no pudo ser.
Os animo a que probéis a ver si tenéis más suerte que yo.
La historia es poco habitual, lo que hace que quieras seguir leyendo porque no conoces ni te imaginas el final, y engancha, ¡vaya que si engancha!.
Está llena de magia, pero también nos da alguna que otra lección oculta entre sus páginas.
Por ejemplo nos enseña a no ser avariciosos cuando los niños plantan cosas como billetes y monedas con las esperanza de que crezcan en la maceta y solo tengan que recogerlos.
Por el contrario, nos muestra el valor del trabajo y el esfuerzo además de la importancia de hacer lo correcto. En lugar de plantar dinero hay que plantar semillas y después cosechar sus frutos… Ahí está la magia.
Os lo recomiendo para cualquier edad, un precioso álbum que no debe faltar en casa.