La librería voladora de Franklin. Acercando los libros a cada rincón.
Adoro los libros que nos enseñan el amor por la lectura, y La librería voladora de Franklin es uno de esos que rinde homenaje a los libros con ayuda de un dragón que se convierte en cuenta cuentos. Una historia de lo más completa para reconocer en sus páginas a la figura del bibliobús, del narrador, y de la gente entusiasta que contagia su afición por la lectura.
Franklin y Luna.
Realmente escogí el libro para el proyecto de dragones del cole pero cuando lo leí, descubrí una bella historia sobre la gente que ama leer. Franklin ama leer, y ama a los libros, pero Franklin es un dragón y asusta a la gente así que no tiene a quien leer en voz alta.
Se conforma leyendo a los murciélagos que hacen kung-fú, a ratones cocineros y a las luciérnagas de su cueva, que son los únicos que le escuchan sin salir huyendo.
En su empeño por encontrar a quien leer, no desiste y sigue tratando de entablar conversación. Nuevamente la gente huye, hasta que encuentra a una niña llamada Luna, leyendo solitaria bajo un árbol.
Ella no huye, ella tiene curiosidad por Franklin y quiere saber quien es.
A Luna le encantan los dragones, ha leído sobre ellos en su libro y así comienza una entretenida conversación entre dos seres tan diferentes que tienen algo en común: la lectura.
Los dos quieren compartir todas las historias que conocen y para ello idean un plan: convertir a Franklin en una librería voladora, Franklin será un cuenta cuentos.
¿La gente se acercará a escuchar sus historias?
Título: La librería voladora de Franklin
Autora: Jen Campbell
Ilustradora: Katie Harnett
Edita: Blume
Detalles: 32 págs
ISBN: 9788417254
Edad recomendada: +5 años
A Jen Campbell la podemos ver cada semana en su canal de youtube hablando de libros y haciendo sus criticas. Esta autora inglesa ha estado siempre ligada a los libros: estudió literatura inglesa, trabajó como librera y actualmente trabaja en una librería antigua, escribe libros, y hace reseñas.
Katie Harnett se graduó en Ilustración en la Universidad del Oeste de Inglaterra y después cursó un master en Ilustración de Libros para Niños en la Escuela de Arte de Cambridge.
La librería voladora.
La librería de Franklin la conozco bien, porque la veo cada dos jueves en mi pueblo en forma de bibliobús. Cuando amas los libros y vives en una ciudad sin biblioteca puedes hacer dos cosas: gastarte el sueldo en libros, o acudir al bibliobús.
Realmente me siento muy identificada, en cierto modo yo acudo cada 15 días a la bonita librería voladora que Franklin y Luna han creado, solo que los cuentos los cuento yo. (Aunque ellos hacen cuenta cuentos a los niños).
Los aldeanos de la historia podríamos ser cualquiera de nosotros, asustados por lo que desconocemos y dejándonos llevar por los chismes que nos dicen que los dragones son malos, ¿pero realmente alguna vez vimos uno para comprobar eso?. Me gusta el símil que hace cuando al acercar los libros a los aldeanos, sus pensamientos cambian. Se puede interpretar que gracias a los libros abrimos nuestras mentes, sabemos más y tememos menos.
Narradores de cuentos.
Del libro sacamos también otra de las frases que yo uso mucho: Somos el mayor ejemplo de nuestros hijos, si los adultos leemos, los pequeños seguramente también lo harán.
Solo hace falta que la asustadiza gente del pueblo vea a Luna y Franklin leer para que se animen a hacerlo y se interesen por los libros. Del mismo modo que podemos incentivar ese amor por la lectura en nuestros niños con el simple acto de leer un libro.
Cuando yo iba al colegio recuerdo que teníamos una actividad que era la de contar un cuento a la clase. Me encantaba hacerlo, y lo hacia tan bien, que siempre me tocaba contarlo en otras clases además de en la mia.
No he perdido esa habilidad y a día de hoy le cuento a mi hijo los cuentos como si los estuviéramos viviendo en primera persona, adoptando tonos y expresiones tal cual las muestran los libros.
No tengais vergüenza, leed cuentos a los niños usando la imaginación, darles vida, hacerlos divertidos y misteriosos para que los niños quieran más. Es una tarea muy beneficiosa para ellos, y también para nosotros.
Así que lo que tenemos es un libro-homenaje a los bibliobuses y narradores de cuentos, y al mismo tiempo un reflejo de lo que puede suceder si dejamos que nuestros peques nos vean leer.
Por cierto, que la historia de Franklin y Luna continua en «franklin y Luna en la luna».
Los libros son una forma de volar y de dar alas a la creatividad, y a partir de hoy, yo llamaré a mi bibliobús A, La librería voladora. Solo hay que dejarse llevar por esa cosa llamada imaginación.